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La gestión de riesgos es un proceso sistemático y continuo que requiere ser actualizado de forma periódica, por lo menos una vez al año o cada vez que un riesgo se materialice, lo que conlleva a revisar la situación para reconocer que falló y si las medidas de control seleccionadas fueron las apropiadas.

Ante la situación de emergencia sanitaria global del COVID-19, la cual es un riesgo materializado que no pudo identificarse a tiempo debido a su repentina aparición y a la rapidez de su propagación, gestionar los riesgos de toda una organización se ha convertido en una tarea desafiante dada la particularidad de su naturaleza ya que deja poco espacio para el análisis de la situación y con ello poder diseñar las medidas de control más adecuadas, porque se debe priorizar la salud de las personas a fin de reducir la probabilidad de contagios radicando en ello su complejidad. Pero a pesar de ello, es imprescindible que se hagan los esfuerzos por mantener el sistema de gestión de riesgos activo a fin de reducir la probabilidad de los riesgos que son inherentes a las operaciones del negocio que de no ser atendidos como corresponde podrían acarrear situaciones negativas que afecten los objetivos de las organizaciones, lo que podría ser catastrófico dadas las circunstancias actuales.

Bajo este contexto, es oportuno desarrollar las siguientes acciones:

• Revisar el estado actual de la compañía: Tomar en cuenta la forma en que se desarrollan las operaciones, cuáles son los procesos que están activos y quienes son las personas que interactúan en ellos (propios y terceros), aquellos procesos que no están activos determinar cuándo podrían operar nuevamente y cómo se van a ejecutar las tareas
• Identificar expectativas de todos los stakeholders: Los stakeholders o grupos de interés tienen necesidades que las organizaciones deben satisfacer y para ello es crítico conocer qué se requiere, cómo se van atender estos requerimientos y por cuánto tiempo, así como estimar cuántos recursos son necesarios para atenderlos.
• Revisar el comportamiento del mercado y sus elementos: La demanda y oferta de productos y servicios, tipo de cambio, variantes de consumo, entre otros son aspectos que deben analizar de forma minuciosa.
• Revisar requerimientos normativos: Aspectos contractuales, protocolos de vigilancia médica, restricciones de tránsito y horarios.
• Verificar el estado de las medidas de control de riesgos implementadas con anterioridad: Las medidas de control requieren ser evaluadas de forma periódica para determinar su eficiencia, de lo contrario vuelve vulnerable a la empresa ante los riesgos identificados y otros.

Luego que se han ejecutado las acciones descritas anteriormente, es necesario desarrollar la Identificación de los riesgos con sus causas y consecuencias, el Análisis de los riesgos para comprender su naturaleza y determinar el nivel de riesgo en base a la probabilidad de ocurrencia y la severidad de los impactos que puedan tener las consecuencias, para finalmente seleccionar las mejores opciones de tratamiento que en caso de considerar la mitigación se opte por implementar medidas de control eficientes que reduzcan a un nivel aceptable los riesgos, las cuales deben contar con planes de acción específicos y la asignación de recursos humanos y logísticos para llevarlos a cabo, así como designar a una persona como dueño de cada riesgo o categoría de riesgo para una mejor atención.

De manera general, los riesgos que deberían ser identificados por categorías podrían ser los siguientes:

• Riesgos operacionales: Demoras en la entrega, falta de rotación y/o abastecimiento de productos, etc.
• Riesgos financieros: Recesión económica, competencia desleal, fluctuación del tipo de cambio, depreciación de activos, etc.
• Riesgos de seguridad y salud: Accidentes laborales, contagios de coronavirus, fraudes, hurtos, robos, etc.
• Riesgos legales: Incumplimiento de normativa, de contratos, obligaciones laborales, corrupción, conflictos de interés, etc

En consecuencia, el COVID-19 ha llegado para cambiar la forma en que realizábamos nuestras actividades y las empresas son afectadas de forma exponencial lo que requiere un cambio de paradigmas, de formas de trabajar y ello conlleva nuevas situaciones que deben ser atendidas con celeridad a fin de no afectar los objetivos de las organizaciones.